Pablo Neruda es un poeta quien le encanta escribir sobre gastronomía, o la comida. Sus obras que se muestran aquí fueron elegidos basadas en nuestra visita al Alto Cinco - nuestras comidas y gustos más memorables se reflejan en los obras específicas en este página.
Oda al Sal
Esta sal
del salero yo la vi en los salares, sé que no van a creerme, pero canta, canta la sal, la piel de los salares, canta con una boca ahogada por la tierra. Me estremecí en aquellas soledades cuando escuché la voz de la sal en el desierto. Cerca de Antofagasta toda la pampa salitrosa suena: es una voz quebrada, un lastimero canto. Luego en sus cavidades la sal gema, montaña de una luz enterrada, catedral transparente, cristal del mar, olvido de las olas. Y luego en cada mesa de este mundo, sal, tu substancia ágil espolvoreando la luz vital sobre los alimentos. Preservadora de las antiguas bodegas del navío, descubridora fuiste en el océano, materia adelantada en los desconocidos entreabiertos senderos de la espuma polvo del mar, la lengua de ti recibe un beso de la noche marina: el gusto funde en cada sazonado manjar tu oceanía y así la mínima, la minúscula ola del salero nos enseña no sólo su doméstica blancura, sino el sabor central del infinito. |
Oda a la Cebolla
Cebolla
luminosa redoma, pétalo a pétalo se formó tu hermosura, escamas de cristal te acrecentaron y en el secreto de la tierra oscura se redondeó tu vientre de rocío. Bajo la tierra fue el milagro y cuando apareció tu torpe tallo verde, y nacieron tus hojas como espadas en el huerto, la tierra acumuló su poderío mostrando tu desnuda transparencia, y como en Afrodita el mar remoto duplicó la magnolia levantando sus senos, la tierra así te hizo, cebolla, clara como un planeta, y destinada a relucir, constelación constante, redonda rosa de agua, sobre la mesa de las pobres gentes. Generosa deshaces tu globo de frescura en la consumación ferviente de la olla, y el jirón de cristal al calor encendido del aceite se transforma en rizada pluma de oro. También recordaré cómo fecunda tu influencia el amor de la ensalada y parece que el cielo contribuye dándote fina forma de granizo a celebrar tu claridad picada sobre los hemisferios de un tomate. Pero al alcance de las manos del pueblo, regada con aceite, espolvoreada con un poco de sal, matas el hambre del jornalero en el duro camino. Estrella de los pobres, hada madrina envuelta en delicado papel, sales del suelo, eterna, intacta, pura como semilla de astro, y al cortarte el cuchillo en la cocina sube la única lágrima sin pena. Nos hiciste llorar sin afligirnos. Yo cuanto existe celebré, cebolla, pero para mí eres más hermosa que un ave de plumas cegadoras, eres para mis ojos globo celeste, copa de platino, baile inmóvil de anémona nevada y vive la fragancia de la tierra en tu naturaleza cristalina. |
Oda al Vino
Vino color de día,
vino color de noche, vino con pies de púrpura o sangre de topacio, vino, estrellado hijo de la tierra, vino, liso como una espada de oro, suave como un desordenado terciopelo, vino encaracolado y suspendido, amoroso, marino, nunca has cabido en una copa, en un canto, en un hombre, coral, gregario eres, y cuando menos, mutuo. A veces te nutres de recuerdos mortales, en tu ola vamos de tumba en tumba, picapedrero de sepulcro helado, y lloramos lágrimas transitorias, pero tu hermoso traje de primavera es diferente, el corazón sube a las ramas, el viento mueve el día, nada queda dentro de tu alma inmóvil. El vino mueve la primavera, crece como una planta la alegría, caen muros, peñascos, se cierran los abismos, nace el canto. Oh tú, jarra de vino, en el desierto con la sabrosa que amo, dijo el viejo poeta. Que el cántaro de vino al beso del amor sume su beso. Amor mio, de pronto tu cadera es la curva colmada de la copa, tu pecho es el racimo, la luz del alcohol tu cabellera, las uvas tus pezones, tu ombligo sello puro estampado en tu vientre de vasija, y tu amor la cascada de vino inextinguible, la claridad que cae en mis sentidos, el esplendor terrestre de la vida. Pero no sólo amor, beso quemante o corazón quemado eres, vino de vida, sino amistad de los seres, transparencia, coro de disciplina, abundancia de flores. Amo sobre una mesa, cuando se habla, la luz de una botella de inteligente vino. Que lo beban, que recuerden en cada gota de oro o copa de topacio o cuchara de púrpura que trabajó el otoño hasta llenar de vino las vasijas y aprenda el hombre oscuro, en el ceremonial de su negocio, a recordar la tierra y sus deberes, a propagar el cántico del fruto. |
Oda al Tomate
La calle
se llenó de tomates, mediodia, verano, la luz se parte en dos mitades de tomate, corre por las calles el jugo. En diciembre se desata el tomate, invade las cocinas, entra por los almuerzos, se sienta reposado en los aparadores, entre los vasos, las matequilleras, los saleros azules. Tiene luz propia, majestad benigna. Devemos, por desgracia, asesinarlo: se hunde el cuchillo en su pulpa viviente, es una roja viscera, un sol fresco, profundo, inagotable, llena las ensaladas de Chile, se casa alegremente con la clara cebolla, y para celebrarlo se deja caer aceite, hijo esencial del olivo, sobre sus hemisferios entreabiertos, agrega la pimienta su fragancia, la sal su magnetismo: son las bodas del día el perejil levanta banderines, las papas hierven vigorosamente, el asado golpea con su aroma en la puerta, es hora! vamos! y sobre la mesa, en la cintura del verano, el tomate, aastro de tierra, estrella repetida y fecunda, nos muestra sus circunvoluciones, sus canales, la insigne plenitud y la abundancia sin hueso, sin coraza, sin escamas ni espinas, nos entrega el regalo de su color fogoso y la totalidad de su frescura. |
Oda a las Papas Fritas
Chisporrotea
en el aceite hirviendo la alegría del mundo: las papas fritas entran en la sartén como nevadas plumas de cisne matutino y salen semidoradas por el crepitante ámbar de las olivas. El ajo les añade su terrenal fragancia, la pimienta, polen que atravesó los arrecifes, y vestidas de nuevo con traje de marfil, llenan el plato con la repetición de su abundancia y su sabrosa sencillez de tierra. Video: Oda al VinoVideo: Oda al Tomate
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Oda al Pan
Pan,
con harina, agua y fuego te levantas. espeso y leve, recostado y redondo, repites el vientre de la madre, equinoccial germinación terrestre. Pan, qué fácil y qué profundo eres: en la bandeja blanca de la panadería se alargan tus hileras como utensilios, platos o papeles, y de pronto, la ola de la vida, la conjunción del germen y del fuego, creces, creces de pronto como cintura, boca, senos, colinas de la tierra, vidas, sube el calor, te inunda la plenitud, el viento de la fecundidad, y entonces se inmoviliza tu color de oro, y cuando se preñaron tus pequeños vientres, la cicatriz morena dejó su quemadura en todo tu dorado sistema de hemisferios. Ahora, intacto, eres acción de hombre, milagro repetido, voluntad de la vida. Oh pan de cada boca, no te imploraremos, los hombres no somos mendigos de vagos dioses o de ángeles oscuros: del mar y de la tierra haremos pan, plantaremos de trigo la tierra y los planetas, el pan de cada boca, de cada hombre, en cada día, llegará porque fuimos a sembrarlo y a hacerlo, no para un hombre sino para todos, el pan, el pan para todos los pueblos y con él lo que tiene forma y sabor de pan repartiremos: la tierra, la belleza, el amor, todo eso tiene sabor de pan, forma de pan, germinación de harina, todo nació para ser compartido, para ser entregado, para multiplicarse. Por eso, pan, si huyes de la casa del hombre, si te ocultan, te niegan, si el avaro te prostituye, si el rico te acapara, si el trigo no busca surco y tierra, pan, no rezaremos, pan, no mendigaremos, lucharemos por ti con otros hombres, con todos los hambrientos, por todos los ríos y el aire iremos a buscarte, toda la tierra la repartiremos para que tú germines, y con nosotros avanzará la tierra: el agua, el fuego, el hombre lucharán con nosotros. iremos coronados con espigas, conquistando tierra y pan para todos, y entonces también la vida tendrá forma de pan, será simple y profunda, innumerable y pura. Todos los seres tendrán derecho a la tierra y a la vida, y así será el pan de mañana, el pan de cada boca, sagrado, consagrado, porque será el producto de la más larga y dura lucha humana. No tiene alas la victoria terrestre: tiene pan en sus hombros, y vuela valerosa liberando la tierra como una panadera conducida en el viento. |